miércoles, 3 de diciembre de 2008

Audrey Hepburn



Audrey Hepburn nació un 4 de mayo de 1929 en la ciudad Belga de Bruselas, descendiente de una familia de la aristocracia de Holanda, los Van Haemstra. Su abuelo era un barón muy próximo a la Corte. Su padre fue un banquero llamado Joseph Víctor Henry Ruston y su madre una aristócrata de origen holandés. Su nombre, con el que fue bautizada, era Edda kathleen Van Heemstra Hepburn - Ruston.
Antes de los 10 años vivió en Holanda hasta que sus padres se separaron en 1939 y se fueron a vivir a Londres. Allí comenzó a estudiar danza y arte dramático en la Marie Rambert School. En esos años la vida se hacía muy difícil por la segunda guerra mundial que se aproximaba, y viajó a Holanda y después a Inglaterra, donde empezó a incursionar como una pequeña modelo.
La guerra terminó con su triste infancia. Uno de sus hermanos fue llevado a un campo de concentración. El otro se perdió en los ataques de resistencia. Un tío y un primo fueron fusilados.
Audrey Hepburn
Años más tarde se dedicó a realizar pequeños roles en diversas películas y trabajar de corista en algunos teatros. En 1952 el director William Wyler le ofreció protagonizar una comedia muy buena, Vacaciones en Roma. A partir de ahí su vida cambió: había nacido una nueva estrella del cine. Obtuvo su primer premio, el Oscar a la mejor actriz. Luego hace su primer éxito protagónico en La princesa que quería vivir, de 1953, que supo cointerpretar con Gregory Peck, ambos dirigidos por William Wyler.
A partir de ese maravilloso período comienza a filmar sin parar y a extender su larga trayectoria con varias películas imposibles de olvidar como Desayuno con diamantes (1961) o Sola en la oscuridad (1967), incursionando en un papel más dramático en Historia de una monja (1959), y volviendo a la comedia en Sabrina (1954). Estas cuatro películas estuvieron nominadas al Oscar como mejor actriz. A fines del 50, exactamente en 1958, obtuvo el premio a mejor actriz en el festival de San Sebastián y el Bafta Británico en la misma categoría por Historia de una monja, y más tarde repite este galardón con la película Charada (1963).
En Hollywood conoce a un actor en la cima: Mel Ferrer, en 1954. Finalmente se casa con Ferrer el 25 de septiembre del mismo año y viven diez años juntos. Nace Sean, un 17 de julio de 1960. Su matrimonio se ve consternado ante la pérdida de sus cinco embarazos y en noviembre de 1968 se divorcian.
En enero de 1969, insiste con la idea de casarse nuevamente, y esta vez su compañero es un psiquiatra italiano, Andrea Dotti, del cual nace su hijo Luca Andrea, el 8 de febrero de 1970. Pero pronto le llegarían problemas a Audrey, porque tuvo que soportar las inevitables infidelidades en su vida conyugal y esto llevaría a un irremediable divorcio, en 1976.
Luego se retira del cine para ocuparse de su dos hijos durante algunos años, regresando con la historia final de Robin Hood, en Robin y Marian (1976), un film dirigido por Richard Lester. Pero ella necesitaba encontrar su lugar en el mundo y lo encuentra refugiándose en su casa de campo. Lejos del ruido de la ciudad, compra una propiedad de 30 años antigüedad en Suiza, en un pueblo de medio millar de habitantes: Tolochenaz -sur Morges.
Audrey Hepburn con Cary Grant
Decide alejarse un poco del cine, pero igualmente frecuenta los sets de filmación en donde conocerá a su último amor, el actor holandés Bob Wolders. Su único fiel amor, según Audrey declaraba a la prensa: "Él me hizo vivir de nuevo, darme cuenta que no todo se había terminado para mí". Y sigue filmando otras películas. En 1979 filma, en Nueva York, Lazos de Sangre, con Omar Sharif y Ben Gazzara.



En 1988 fue nombrada embajadora de UNICEF y su solidaridad humanitaria por los niños pobres marcó sus últimos días de su vida. Los viajes a Sudán, El Salvador, Guatemala, Honduras y Vietnam fueron ocupando una larguísima agenda donde siempre faltaban horas. Viajó a Somalia poco antes de que se le declarara la enfermedad terminal, el cáncer de colón, que la hizo abandonar toda su generosa actividad.
Wolders, con sus dos hijos Sean y Luca, junto a sus ex-maridos, estuvieron acompañando el funeral en ese pueblito de Suiza donde ella había decidido vivir, un día frío y gris, un 24 de enero de 1993. Sus cinco hombres estuvieron juntos en el cementerio.
Hoy, Audrey nos dejó la imagen más hermosa de todos los tiempos. Su personalidad y su estilo fueron dignos de una moda inolvidable, inmortalizada en el tiempo. Su sonrisa fue la forma en que las chicas de la época debían sonreír; su figura esbelta y tenue, era la silueta que todas las muchachas debían tener.
Su última actuación fue con el rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg, en Always (1989), donde su sola presencia hace eterna referencia a la frase inscripta en su funeral: "Si en el cielo existen los ángeles, estoy convencido de que deben tener los ojos, las manos, el rostro y la voz de Audrey Hepbrun".
En 1993, meses después de su muerte, la academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood le concedió un Oscar Humanitario Jean Hersholt por su labor como embajadora permanente en UNICEF.
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Mariano Gavín Suñén, El Bandido Cucaracha


Mariano Gavín Suñén, apodado El Cucaracha (Alcubierre, 1838 - Lanaja, 28 de febrero de 1875) fue el bandolero aragonés más famoso. Actuó en los Monegros durante la segunda mitad del siglo XIX.
Hijo de Manuel Nicolas Gavín Ariño y de Ignacia Suñén. A la muerte de Ignacia, el padre se volverá a casar con Joaquina Campo, con la que tendría un hijo, llamado Mariano Gavín Campo. Creció en Alcubierre, en los Monegros, zona extremadamente árida y que en el siglo XIX era muy pobre. Se casó el 26 de marzo de 1861 con Jobita Amador.
Es realmente poco lo que se sabe con certeza de este personaje. Para algunos es el Robin Hood aragonés, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, para otros no era más que un asaltacaminos y extorsionador. Al igual que otros bandoleros de la época, se dedicaba al asalto, robo, extorsión y secuestro. Su fama la consiguió por escapar durante muchos años a la persecución de la Guardia Civil, llegándose a acuñar la expresión “ser más vivo que Cucaracha”.
Murió en una emboscada que realizó la Guardia Civil el 28 de febrero de 1875 cerca de Lanaja. Los guardias lo rodearon en un paridera y dispararon hasta acabar con él y su banda. Murieron además del Cucaracha, el Cerrudo, el Herrero de Osso, el Molinero de Belver y el Guarnicionero de Alcolea (Antonio Lampériz, José Berna, Melchor Colomer y José Solanilla). En el bolsillo del Cucaracha encontraron una carta pidiendo al rey el indulto. El cuerpo fue llevado a Lanaja dónde fue expuesto para público escarmiento.
Se ha escrito un cómic con el nombre El bandido Cucaracha.
La leyenda:
Existen varias leyendas en torno al personaje, en las que se ejemplifica su ayuda a los pobres.
En La Puebla cuentan que el Cucaracha mató las dos viejas y flacas mulas del tío Ramulla y luego le dio dinero para que comprara otras. Más tarde volvió a comprobar que las había comprado, se dirigió al tratante de mulas y le robo el dinero que el tío Ramulla había pagado por las mulas.
Otra de Castejón cuenta que al preguntarle a un niño si llevaba dinero, éste le contestó que la madre sólo le daba tres pesetas porque el Cucaracha se las robaría si llevaba más. El Cucaracha le dio dinero y le respondió: Dile a la puta de tu madre que Cucaracha no roba a los pobres.
Su muerte también está envuelta en leyendas que dicen que el farmacéutico lo envenenó o que secuaces de la Guardia Civil añadieron algo al vino de la banda y que fue eso lo que permitió que lo emboscaran.

Madre Teresa de Calcuta



(Agnes Gonxha Bojaxhiu; Skopje, actual Macedonia, 1910 - Calcuta, 1997) Religiosa albanesa, nacionalizada india. Nacida en el seno de una familia católica albanesa, la profunda religiosidad de su madre despertó en ella su vocación de misionera a los doce años. Siendo aún una niña, ingresó en la Congregación Mariana de las Hijas de María, donde inició su actividad de asistencia a los más necesitados.
La Madre Teresa de Calcuta
A los dieciocho años abandonó para siempre su ciudad natal y viajó hasta Dublín para profesar en la Congregación de Nuestra Señora de Loreto. Como quería ser misionera en la India, embarcó hacia Bengala, donde cursó estudios de magisterio y eligió el nombre de Teresa para profesar. Ejerció como maestra en la St. Mary's High School de Calcuta hasta 1948, año en que obtuvo la autorización de Roma para dedicarse al apostolado en favor de los pobres.
En 1950 la Madre Teresa de Calcuta fundó la Congregación de las Misioneras de la Caridad, aprobada en 1965 por Pablo VI. Las integrantes de esta congregación, que debían sumar a los votos tradicionales el de la dedicación a los «más pobres de entre los pobres», lograron una rápida implantación en la India y en otros casi cien países del mundo; por su parte, la fundadora se movilizó contra el aborto y la eutanasia, en consonancia con la doctrina pontificia de Juan Pablo II.




En 1972 la Madre Teresa de Calcuta recibió el Premio de la Fundación Kennedy, y en 1979, el Premio Nobel de la Paz, cuya dotación económica donó a los pobres. En 1986 recibió la visita de Juan Pablo II en la Nirmal Hidray o Casa del Corazón Puro, fundada por ella y más conocida en Calcuta como la Casa del Moribundo. Tras superar numerosos quebrantos de salud, falleció el 5 de septiembre de 1997 víctima de un paro cardíaco. Miles de personas de todo el mundo se congregaron en la India para despedir a la Santa de las Cloacas. Fue beatificada en 2003 por Juan Pablo II.

Francisco Goya



Francisco Goya, quien se considera ser “El Padre del Arte Moderno”, empiezó su carrera como artista inmediatemente después del periódo “Baroque”. Al expresar francamente sus pensamientos y creéncias, como fué su costumbre, llegó ser el pionero de las tendencias nuevas que llegaron a su culminación en el siglo 19. Dos factores importantes, que dieron la impresion de ser contradictorias pero que no fueron, dominaron su arte. Juntos, representaron la reacción contra concepciones previas del arte y el deseo de encontrar una forma nueva de expresión. Para entender el alcance del arte de Goya, y para apreciar los princípios que governaron su desarollo y su tremenda versatilidad, es impresendible entender que su labor cubrió un periódo de mas de 60 anos, porque continuó dibujar y pintar hasta la edad de 82.
La importancia de este factor es evidente cuando se compara su actitud hacía la vida en su juventud, cuando aceptó felízmente el mundo tal como era, durante sus años como adulto, cuando empiezó a criticarlo, y en su vejéz cuando llegó ser amargo y desilusionado con la gente y la sociedad. Además, el mundo cambió totalmente durante su vida. La sociedad, en la cual había alcanzado un éxito enorme, desapareció durante la guerra Nápoleonica. Mucho antes del fin del siglo 18, Goya ya había vuelto hacía sus ideales nuevas y las había expresado en su arte gráfica y sus nuevas pinturas.
Como artista, Goya fue por temperamento lejos de las obras clásicas. Solo en algunas de sus obras llegó cerca de un estilo clásico pero, en la gran mayoría de su trabajo, el estilo “Romántico” triumfó.
Nacido en Zaragoza, España, obtuvó empleo cuando era joven con el artista mediocre José Luzan, del cual aprendió dibujar y, como era de costumbre, hizó copias de las pinturas de varios maestros.
A la edad de 17, se fué a Madrid. Su estilo fue influenciado por dos artistas que trabajaron ahi. El último de los grandes artistas Venecianos — Tiépolo — y el artista neo-clásico, algo frio y eficiente, — Antonio Rafael Mengs. En el ano 1763, competió en la Académia Real de San Fernando pero, en ese año y tambien en el año 1766, fracasó. En 1770, se fué a Roma y sobrevivió de sus obras de arte.


Algunas pinturas de Goya son esta:

La familia de Carlos IV:





La gallinita ciega, por Goya:


Isabel II


Madrid, 10-X-1830-París, 9-IV-1904. Reina de España entre 1833 y 1868. Hija de Fernando VII y de María Cristina de Borbón Dos Sicilias, su cuarta esposa. Pudo acceder al trono gracias a que su padre abolió, mediante una pragmática sanción publicada el 29 de marzo de 1830, la ley sálica que había promulgado Felipe V y que impedía el acceso al trono a las mujeres siempre que hubiese un varón descendiente del rey en línea directa o colateral. Aunque Fernando VII revocó la pragmática sanción el 18 de octubre de 1832, pronto (el 31 de diciembre de ese mismo año) la restableció y así su hija Isabel fue jurada princesa de Asturias y heredera al trono español el 30 de junio de 1833. Esto provocó el enfrentamiento con quienes apoyaban al archiduque Carlos como sucesor al trono, comenzando las conocidas como "guerras carlistas". En 1833, cuando murió Fernando VII, Isabel contaba sólo con tres años de edad por lo que su madre, la reina Cristina, asumió la regencia. El 12 de octubre de 1840, tras una cadena de pronunciamientos liberales y varios gobiernos (hubo catorce presidentes de gobierno diferentes en siete años), la reina Cristina hubo de abdicar como regente y refugiarse en Francia. Las cortes concedieron la regencia entonces al General Espartero, pero la inestabilidad política continuó. Por ello se decidió declarar mayor de edad a la reina el 8 de noviembre de 1843, a pesar de aún no tener los catorce años, y dos días después juró la constitución. El primer gobierno estuvo presidido por el liberal Salustiano de Olózaga, pero diez días después de constituirse el presidente hubo de dimitir acusado de haber coaccionado a la reina para disolver las Cortes. Accedieron al poder entonces los conservadores, quienes ejercieron el gobierno durante diez años, conocidos como década moderada (1844-1854). Se procedió a una reforma fiscal que permitió incrementar los recursos del Estado, se fundó el Banco Nacional, se creó la Guardia Civil y se restringió el poder de las Cortes.




En 1846 contrajo matrimonio con su primo Francisco de Asís de Borbón, con quien tuvo nueve hijos de los que sobrevivieron: Alfonso (futuro Alfonso XII), Isabel, Pilar, Paz, y Eulalia. Las diferencias con su marido provocaron varias amonestaciones del papa Pío IX (1846-1878). En dos ocasiones la reina sufrió atentados de los que salió ilesa: la primera en 1847 y la segunda en 1852. El apoyo de la reina a los conservadores y el conocimiento de sus finanzas ilegales favorecieron el pronunciamiento del general O'Donnell el 28 de junio de 1854 y el 17 de julio, el jefe de gobierno aceptó la victoria de los revolucionarios. Éstos mantuvieron en el trono a Isabel II pero exigieron el destierro de la reina madre, redactaron una nueva constitución (que no llegó a entrar en vigor) e instauraron un gobierno progresista que duró dos años y durante el cual el ministro de Hacienda Pascual Madoz, llevó a cabo una importante desamortización civil. En los años siguientes España intervino en varios conflictos exteriores, como la guerra de Marruecos (1860), las intervenciones en Méjico (1861 y 1862) e Cochinchina (1859), la anexión de la república Dominicana (1861-1864) o la Guerra del Pacífico (1864-1866). Posteriormente a la crisis económica y a la merma de recursos que mantener estas guerras suponía, se sumó una época de reiteradas sequías, y a esto hay que añadir los cambios políticos que era exigidos por la nueva realidad social, fundamentalmente, por la importancia de la clase media y la clase obrera en la sociedad española. Sin embargo la respuesta del régimen fue unos gobiernos casi dictatoriales, como el de González Bravo que no hicieron sino provocar como reacción el estallido revolucionario de 1868. El triunfo de esta revolución tras la batalla de Alcolea (29 de septiembre de 1868) obligó a Isabel II a marchar al exilio y a abdicar, en 1870, a favor de su hijo Alfonso XII. Libre de las obligaciones de la corona pudo separarse de su esposo y no volver a intervenir en asuntos políticos. Instaló su residencia en París, donde murió el 9 de abril de 1904.

martes, 2 de diciembre de 2008

Juana I de Castilla, (Juana la loca)


Escudo de armas de Juana I de Castilla :


Juana I de Castilla (1479-1555), más conocida como Juana “la Loca” fue hija de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y heredera de sus estados. Contrajo matrimonio en 1496 con el que sería su esposo hasta 1506, Felipe de Habsburgo, “el Hermoso”, al que popularmente se le ha atribuido ser el causante de la locura de la reina, por razón de sus continuas infidelidades matrimoniales. Anulada en el gobierno de su reino, primero por su esposo, luego por su padre, y finalmente por su propio hijo, la vida de Juana (larga para la época, nada menos que 76 años) transcurrió mayoritariamente en un encierro que sus seres más próximos apoyaron, lo que sin duda ahondó en su mal.
Juana nació en Toledo en 1479, tercera hija de los reyes Isabel y Fernando. Su educación fue esmerada y ella resultó una alumna aventajada, conocedora de varios idiomas (frencés, latín), usos religiosos, etiqueta cortesana e incluso recibió instrucción en las artes. Su educación, no obstante, no estuvo orientada a la de un heredero de la corona, lo que más adelante fue, porque nadie esperaba que sus hermanos murieran sucesivamente. Es por ello quizás que adolecía de una formación para gobernar.
Las urgencias diplomáticas de la época despejaron el camino para que Juana fuese casada por un príncipe extranjero, con el fin de entablar acuerdos diplomáticos con otras potencias. En la Europa de finales del siglo XV, Francia se había convertido en el reino preponderante del continente, y sus ambiciones sobre Italia asustaban a los reyes tanto de España como de Austria e Inglaterra, sin mencionar a los diversos condados y ducados italianos, al Papado y la República de Venecia. En víspera de la Santa Liga (1511), se estrechaban lazos entre las potencias antifrancesas, y España entabló matrimonio con Austria, siendo Juana la escogida para desposar con Felipe de Habsburgo, llamado “el Hermoso”. El matrimonio se celebró en 1496 en territorio de Flandes. El apasionado enamoramiento entre la infanta castellana (que aún no era heredera del reino de sus padres) y el príncipe austríaco se manifestó el mismo día de la boda, y a los pocos meses ella ya estaba encinta de su primera hija. Pero Felipe se reveló como un marido incorregible. Sus infidelidades fueron continuas, lo que supuso para Juana una turbación continua y unos ataques de celos que fueron dando con su juicio.
En los años inmediatamente posteriores, los hijos de los Reyes Católicos fueron muriendo, primero Juan (1497), después Isabel (1498) dando a luz a su hijo Miguel, heredero directo que también falleció (1500). Isabel la Católica no los sobreviviría por mucho, pues abandonó este mundo en 1504. A su muerte, Juana era la legítima heredera de Castilla, pues Fernando era rey de Aragón, y por tanto debía retirarse a sus estados (aunque no lo hizo, y siguió rigiendo en Castilla).
Juana había retornado a Castilla en 1503, y la separación de su marido había agravado su mal. Esto no impidió que Fernando la declarase heredera de Castilla, aunque manteniendo él el poder en la sombra. Esto irritó a Felipe el Hermoso, que viajó hasta España para forzar a Fernando a retirarse a Aragón, con la esperanza de poder convertirse en rey de Castilla. El arreglo al que llegaron fue la Concordia de Salamanca (1505) por la cual, Fernando, Juana y Felipe se repartían equitativamente el poder en Castilla. Pero la artificialidad de la propuesta no funcionó, y las malas relaciones entre Felipe y Fernando acabaron provocando la renuncia de Fernando (que volvió a Aragón) y la proclamación de Felipe I como rey de Castilla (1506). Sólo unos meses después, muere Felipe en extrañas circunstancias después de jugar un partido de pelota. Juana, que estaba totalmente enamorada de su marido, enloquece por completo, realizando acciones extrañas, como lo fue el traslado del féretro de su marido desde Burgos hasta Granada, arrastrando consigo a una inmensa comitiva.

Juana acompaña el cadaver de su esposo hasta Granada :



Declarada incapaz de gobernar, Fernando retorna a Castilla y en 1509 encierra a su hija en Tordesillas, ante la posibilidad de que pueda intentar formar un bando contra él. A la muerte de Fernando en 1516, el cardenal Cisneros se hace con el poder hasta la mayoría de edad del hijo mayor de Juana, Carlos de Gante. En 1520 es proclamado rey de España y se traslada a la península.
Carlos I estuvo interesado en mantener a su madre encerrada en Tordesillas, y así lo hizo. Durante la revuelta Comunera, las villas castellanas reveladas reconocieron a Juana como reina, pero ella nunca sostuvo hostilidades hacia su hijo, no tomando partido en la guerra (1520-1522). Hasta su matrimonio con Juan III de Portugal (1525), su hija Catalina la acompañó en Tordesillas, pero después su encierro fue solitario, acompañada de sirvientes que la menospreciaban (con conocimiento de Carlos), hasta su muerte en 1555.
Tuvo seis hijos: Leonor (1498-1558), Carlos (1500-1558), Isabel (1501-1526), Fernando (1503-1564), María (1505-1558) y Catalina (1507-1578).


Juana la loca :


lunes, 1 de diciembre de 2008

Antonio Pérez


Su nacimiento es oscuro, sin embargo fue legitimado como hijo de Gonzalo Pérez en 1542 por el emperador.[1] Parece bastante probable que Gonzalo Pérez, uno de los más prestigiosos secretarios de Carlos I, fuese el padre, siendo acusado por sus enemigos de engendrar a Antonio durante su etapa de clérigo, lo que Gonzalo siempre negó. Esta circunstancia empaña el origen de su hijo. Se crió en las tierras del príncipe de Éboli (Ruy Gómez de Silva). Estudió en las más prestigiosas Universidades de su tiempo como la de Alcalá de Henares, Salamanca, Lovaina, Venecia y Padua.

Secretario de Estado [editar]
Su padre, Gonzalo Pérez, le inició en los asuntos de Estado. Éste fue nombrado, en 1543, secretario del príncipe (y luego rey) Felipe. En 1556 el emperador Carlos abdica sus reinos españoles en su hijo que se convierte en el rey Felipe II y Antonio Pérez continúa como su secretario particular mientras su padre, Gonzalo Pérez, continúa como secretario de Estado. Gonzalo Pérez muere en 1566 y su hijo Antonio es hecho secretario de Estado un año más tarde aunque sus competencias fueron recortadas respecto a las de su padre, haciéndose cargo solamente de los asuntos atlánticos (Países Bajos, Francia, Inglaterra y Alemania), a través de su secretaría en el Consejo de Castilla también tenía acceso a la correspondencia interna. Los asuntos del Mediterráneo quedaron bajo cargo de Diego de Vargas, tras cuya muerte, Antonio intentó por todos los medios conseguir también esa secretaría. Esto hizo que Felipe II comenzara a desconfiar de él. Con el apoyo del marqués de los Vélez y el arzobispo Quiroga, Antonio Pérez pidió para sí la oficina vacante de Vargas en 1588, a lo cual se opusieron el conde de Chinchón y todos los que temían al poder de Antonio Pérez. Felipe II concedió finalmente los asuntos mediterráneos e italianos a Gabriel de Zayas.
Durante sus primeros diez años de secretario, Antonio Pérez ejerció una gran influencia sobre Felipe II, el cual normalmente seguía sus consejos reconociendo su inteligencia, conocimiento en los asuntos del Estado e instinto infalible. Esta confianza real le sirvió para conseguir más poder y, como la mayoría de sus contemporáneos, enriquecerse en su cargo. Ya desde la época de Carlos I existían dos facciones en la Corte española: La parte «liberal» liderada por el príncipe de Éboli y su secretario Francisco de Eraso, y la parte «conservadora» liderada por el duque de Alba y el inquisidor general Fernando de Valdés. Tras la muerte del príncipe de Éboli en 1573, Antonio Pérez pasó a liderar la facción liberal y comenzó su asociación con la princesa de Éboli (Ana Mendoza), de la cual Antonio se benefició por sus contactos con la aristocracia, beneficiándose económicamente ambos de esta asociación. Antonio Pérez le reveló a la princesa de Éboli secretos de Estado y juntos traficaron con información gubernamental. En su contra contaba con el duque de Alba, los Toledo y el conde de Barajas.

Caída de Antonio Pérez [editar]
Durante el gobierno de Juan de Austria en los Países Bajos, Antonio Pérez y sus aliados (el marqués de los Vélez y el cardenal Quiroga) aconsejaban al rey por una paz negociada con los rebeldes y una invasión de Inglaterra, consejo que el rey ignoró por el momento pues no se consideraba preparado para dicha invasión. Por razones desconocidas, Antonio Pérez jugó con las ya tensas relaciones entre Felipe II y su hermanastro Juan de Austria e hizo aparecer a los ojos del rey como subversivas las pretensiones de éste acerca de Inglaterra. Pero Felipe II ya desconfiaba de su secretario, por lo que en 1578, Juan de Escobedo (secretario de don Juan de Austria) llegó a la Corte para explicar la posición de su maestro al rey, lo cual podía dejar al descubierto a Antonio. Por ello, Antonio culpó a Escobedo por las ambiciones de don Juan y aconsejó al rey eliminarlo.
El rey parece que accedió a que Escobedo fuese eliminado. Antonio Pérez primero trató un intento fallido de envenenamiento y luego contrató un grupo de asesinos que acabaron con la vida de Escobedo en Madrid el 31 de marzo de 1578.
Pronto comenzó un rumor acerca de su implicación en el asesinato de Juan de Escobedo. Felipe II intentó en un principio proteger a Antonio Pérez, en parte por su propio sentimiento de culpabilidad y en parte por lo que podía revelar, pero cuando su hermanastro don Juan murió y sus documentos llegaron a Madrid, descubrió la trama y mentiras de Antonio Pérez, dándose cuenta de que don Juan siempre había sido leal. Considerándose traicionado, Felipe II comenzó a desconfiar de la asociación de Antonio Pérez y la princesa de Éboli y sospechaba de un tráfico de secretos de Estado.
En la noche del 28 de julio de 1579, Antonio Pérez fue detenido tras salir de su despacho. La princesa de Éboli asimismo fue puesta bajo custodia, primero en la Torre de Pinto, luego en el castillo de Santorcaz y, finalmente, fue recluida en su propio palacio de Pastrana donde pasó el resto de su vida. Poco después el puesto de Antonio Pérez fue ocupado por Granvela.
Antonio Pérez tenía libertad para moverse por Madrid, siendo vigilado por la Corona pues el rey necesitaba sus documentos (los cuales podían implicarle a él también en el asesinato de Escobedo). Más tarde, los Escobedo y sus aliados tras presionar en la Corte, consiguieron que Antonio Pérez fuera detenido por segunda vez en 1585 bajo los cargos de tráfico de secretos y corrupción (sin mencionar el asesinato), fue encontrado culpable y condenado con dos años de prisión y una enorme multa. En 1590 reconoció bajo tortura su implicación en el asesinato de Escobedo.
En abril de 1590, ayudado por su esposa, Juana Coello, Antonio Pérez escapó de su prisión en Madrid y huyó a Zaragoza, dónde consiguió la protección de los fueros. En el Reino de Aragón encontró el apoyo del duque de Villahermosa, el conde Aranda, y principalmente Diego de Heredia (de la baja nobleza). Mientras tanto y en su ausencia, en Madrid fue condenado a muerte (sin saberlo). Felipe II hizo un alegato ante el Justicia de Aragón contra Antonio Pérez por los cargos de asesinato de Escobedo, tráfico de secretos de estado y huida de prisión. Felipe II, desesperado por la lentitud de la justicia aragonesa y porque no esperaba una condena favorable, retiró los cargos y usó un tribunal contra el que los fueros aragoneses y la Justicia aragonesa no podían oponerse: La Inquisición. Pérez no era un hereje, pero no fue difícil construir un caso contra él. En mayo de 1591, Antonio Pérez fue trasladado de la prisión del Justicia a la de la Inquisición, por lo que sus defensores organizaron una revuelta en Zaragoza, conocida como revuelta de Antonio Pérez o Turbaciones de Aragón. Se le devolvió a la prisión de la Justicia aragonesa y desde allí llevó una campaña contra la Corona. En septiembre se le trasladó de nuevo a la prisión de la Inquisición. Heredia y sus seguidores lo volvieron a sacar y en esta ocasión le dejaron libre, la situación derivó en una crisis en Aragón por la defensa de los fueros.


En octubre de 1591 se acabó con la sublevación y Antonio Pérez huyó a Francia donde recibió el apoyo de Enrique de Navarra para intentar una invasión francesa que fracasó. Más tarde Pérez se trasladó a Inglaterra donde ofreció información que sirvió para el ataque inglés a Cádiz en 1596 y estimuló la leyenda negra contra Felipe II. Tras intentar conseguir el perdón de la Corona sin éxito, Antonio Pérez falleció en París en la más absoluta pobreza en 1611.

Dioses, tumbas y canallas · ELPAÍS.com

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Los Sitios de Zaragoza- HERALDO

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Alejandro Magno



Alejandro III) Rey de Macedonia (Pella, Macedonia, 356 - Babilonia, 323 a. C.). Sucedió muy joven a su padre, Filipo II, asesinado en el 336 a. C. Éste le había preparado para reinar, proporcionándole una experiencia militar y encomendando a Aristóteles su formación intelectual.
Alejandro Magno dedicó los primeros años de su reinado a imponer su autoridad sobre los pueblos sometidos a Macedonia, que habían aprovechado la muerte de Filipo para rebelarse. Y enseguida -en el 334- lanzó a su ejército contra el poderoso y extenso Imperio Persa, continuando así la empresa que su padre había iniciado poco antes de morir: una guerra de venganza de los griegos -bajo el liderazgo de Macedonia- contra los persas.
Busto de Alejandro Magno
Con un ejército pequeño (unos 30.000 infantes y 5.000 jinetes), Alejandro Magno se impuso invariablemente sobre sus enemigos, merced a su excelente organización y adiestramiento, así como al valor y al genio estratégico que demostró; las innovaciones militares introducidas por Filipo (como la táctica de la línea oblicua) suministraban ventajas adicionales.
Alejandro recorrió victorioso el Asia Menor (batalla de Gránico, 334), Siria (Issos, 333), Fenicia (asedio de Tiro, 332), Egipto y Mesopotamia (Gaugamela, 331), hasta tomar las capitales persas de Susa (331) y Persépolis (330). Asesinado Darío III, el último emperador Aqueménida, por uno de sus sátrapas (Bessos) para evitar que se rindiera, éste continuó la resistencia contra Alejandro en el Irán oriental.
Una vez conquistada la capital de los persas, Alejandro licenció a las tropas griegas que le habían acompañado durante la campaña y se hizo proclamar emperador ocupando el puesto de los Aqueménidas. Enseguida lanzó nuevas campañas de conquista hacia el este: derrotó y dio muerte a Bessos y sometió Partia, Aria, Drangiana, Aracosia, Bactriana y Sogdiana. Dueño del Asia central y del actual Afganistán, se lanzó a conquistar la India (327-325), albergando ya un proyecto de dominación mundial. Aunque incorporó la parte occidental de la India (vasallaje del rey Poros), hubo de renunciar a continuar avanzando hacia el este por el amotinamiento de sus tropas, agotadas por tan larga sucesión de conquistas y batallas.


Alejandro Magno en batalla



Con la conquista del Imperio Persa, Alejandro descubrió el grado de civilización de los orientales, a los que antes había tenido por bárbaros. Concibió entonces la idea de unificar a los griegos con los persas en un único imperio en el que convivieran bajo una cultura de síntesis (año 324). Para ello integró un gran contingente de soldados persas en su ejército, organizó en Susa la «boda de Oriente con Occidente» (matrimonio simultáneo de miles de macedonios con mujeres persas) y él mismo se casó con dos princesas orientales: una princesa de Sogdiana y la hija de Darío III.

Agustina de Aragón



Agustina Raimunda María Zaragoza (o Saragossa) Doménech, "Agustina de Aragón" (1786 Barcelona -1857 Ceuta) fue una heroica defensora de Zaragoza durante los Sitios, en la Guerra de la Independencia Española.
Se discute si Agustina nació en Reus, provincia de Tarragona o en otros lugares, pero abunda la bibliografía aragonesa reciente que ubica su nacimiento en 1786 en la catalana ciudad de Barcelona, concretamente en el barrio de La Ribera, en la calle de Sombrerers. Hija de Francisco Ramón Zaragoza Labastida y de Raimunda Doménech Gasull, fue bautizada el 6 de marzo de 1786 en la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona, contigua a la calle donde nació.
Agustina se casó a los 16 años con Juan Roca Vilaseca, cabo de artillería, el 17 de abril de 1803. Este participó desde el principio en la Guerra de la Independencia Española, estando en la batalla del Bruc. Los acontecimientos de la guerra lo llevaron a él y a Agustina a Zaragoza.

Durante el asedio de Zaragoza, Agustina llevó a cabo la acción heroica que la hizo célebre. Tras haber caído heridos o muertos todos los defensores de la puerta llamada del Portillo, las tropas francesas se aprestaron a tomarla al asalto. La situación era desesperada y entonces Agustina, que formaba parte de un grupo de mujeres que atendía a los numerosos heridos, consiguió disparar un cañón sobre las tropas francesas que corrían sobre la entrada aparentemente indefensa. Los asaltantes franceses, temiendo una emboscada, se batieron en retirada y nuevos defensores acudieron a tapar el boquete, defendiéndose la ciudad una vez más. Agustina de Aragón murió en Ceuta, el 20 de mayo de 1856, a los 71 años de edad. Hasta 1870 no fueron trasladados sus restos a Zaragoza, descansando primero en el Pilar y, desde el 14 de junio de 1908, en la capilla de la Anunciación de la Iglesia de Nuestra Señora del Portillo, donde son venerados como los de una gran heroína que con valor y decisión repelió las adversidades y venció al enemigo. Se la considera como uno de los símbolos más representativos de la resistencia española contra los invasores napoleónicos