miércoles, 26 de noviembre de 2008

Isabel de Wittelsbach-Wittelsbach, Sisi emperatriz



Nació en Munich, Baviera. Con 16 años Elisabeth acompañó a su madre y a su hermana mayor, Elena de Baviera (Nené) en un viaje a la residencia de verano de Ischl, donde se esperaba que el Emperador de Austria, Francisco José I de Habsburgo-Lorena, de 23 años, se fijase en la mayor de las hermanas, pero en su lugar, se sintió atraído por la menor de ellas, por lo que eligió a Elisabeth. Por lo tanto, el 24 de abril de 1854, se casó con el Emperador de Austria, y por este matrimonio se convirtió en Emperatriz de Austria y desde 1867 en Reina de Hungría.
Elisabeth tenía dificultades para adaptarse a la estricta etiqueta que se practicaba en la corte de Habsburgo, no obstante, le dio al emperador tres hijos en rápida sucesión: la archiduquesa Sofía Federica de Austria, que murió a los dos años de edad, la archiduquesa Gisela de Austria (1856-1932), el esperado sucesor al trono, el archiduque Rodolfo (1858-1889), y la archiduquesa María Valeria de Austria (1868-1924). Se le negó a Elisabeth la crianza de sus hijos, que estuvo a cargo de su suegra, la archiduquesa Sofía de Baviera, y después del nacimiento de Rodolfo el matrimonio comenzó a deteriorarse. Sólo se le permitió criar a su última hija,María Valeria, a la que ella llamaba cariñosamente "mi hija húngara", dado el granIsabel de Wittelsbach-Wittelsbach aprecio que le tenía a ese país.
Dotada de gran belleza, se caracterizó por ser una persona rebelde, culta y avanzada para su época: fumaba, hablaba varios idiomas, practicaba la equitación, escribía poesía, cuidaba su figura, le gustaba viajar y detestaba el protocolo de la corte imperial de Viena, de la que permaneció alejada, debido en parte a los continuos enfrentamientos con su suegra, la archiduquesa Sofía, y más tarde por la muerte de su primogénita Sofía, lo que le llevó a una depresión,y el suicidio del príncipe heredero, Rodolfo, y su amante una baronesa de la nobleza húngara de nombre María Vetsera.
También toleró, hasta cierto punto, el romance de su marido, el Emperador, con la actriz Katharina Schratt ya que Sissi detestaba la vida de corte, aversión que se convirtió con el tiempo en auténtica fobia y también la vida conyugal. Esta fobia le provocaba en sus breves estancias en Viena transtornos psicosomáticos como cefaleas, náuseas y depresión nerviosa. La emperatriz se mantuvo siempre que pudo alejada de Viena y de la vida pública. Fue una emperatriz ausente de su Imperio, aunque no por ello menos querida por el pueblo o menos pendiente de los asuntos de Estado. De hecho fue la emperatriz una de las impulsoras de la coronación de Francisco José como rey de Hungría.
Fue una mujer muy culta. Tenía un carácter obsesivo, en especial por su cabello,que era de color rubio obscuro y se lo tiñó de castaño para resaltar sus adornos de flores. Estudió griego, para disfrutar de los clásicos, con tal afán que llegó a dominarlo. Estudiaba durante horas y contrató a un lector llamado Cristomanos que durante años le leyó obras clásicas en esta lengua y con el que sostenía charlas en griego, para practicar. Profundamente identificada con la causa húngara, Sissi aprendió con ahínco el húngaro hasta dominarlo por completo. Dominaba también el inglés y el francés, circunstancia que aprovechó para leer obras en estas lenguas directamente. Amaba la obra de Shakespeare y también la de Hegel.
En 1889, la vida de Elisabeth quedó hecha trizas por la muerte de su único hijo, y por tanto, del único heredero al trono, el príncipe Rodolfo, de 30 años, y su joven amante, la Baronesa María Vetsera fueron hallados muertos, aparentemente por suicidio. El escándalo se conoce con el nombre de Mayerling, por el nombre del refugio de caza del príncipe donde tuvo lugar la tragedia.
Después de la muerte de Rodolfo, la Emperatriz siguió siendo un ícono adondequiera que fuera: un largo vestido negro con botones en la parte superior, una sombrilla blanca hecha de cuero y un abanico marrón que escondía su rostro de miradas curiosas. Sólo unas pocas fotografías se conservan, de fotógrafos con suerte que lograron congelarla en una imagen sin que ella lo advirtiera. La emperatriz, que siempre había estado en extremo preocupada por su belleza y su figura, a partir de la treintena dejó cada vez menos que la retrataran y mucho menos que le hicieran fotos, ocultando su rostro tras sombreros, abanicos y sombrillas, para que nadie la captara en su madurez. Que la Emperatriz Elisabeth visitara a su marido el Emperador en Viena era extraño, pero interesantemente, su correspondencia aumentó de frecuencia durante los últimos años y la relación entre los emperadores se había convertido en platónica y cariñosa.
En su vapor imperial, llamado Miramar, la Emperatriz recorrió el Mar Mediterráneo, siendo uno de sus lugares favoritos Cap Martin, en la Rivera Francesa, donde el turismo se había hecho constante a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Pasaría algunas temporadas de verano en el Lago de Ginebra en Suiza, Ischl en Austria, y en Corfu, donde se construyó un palacio, el 2Aquilleón", en honor a Aquiles, uno de sus héroes griegos preferidos. Además, visitó otros países como Portugal, España, Marruecos, Argelia, Malta y Grecia, Turquía y Egipto, ya que los viajes se habían vuelto en algo común en su vida, aunque también en un escape de ella misma.

No hay comentarios: