miércoles, 26 de noviembre de 2008

Isabel de Farnesio



Isabel de Farnesio nació en la ciudad italiana de Parma, como la segunda hija del Príncipe Heredero de Parma, Eduardo Farnesio, y de Sofia Dorotea de Baviera-Neoburgo
Las muertes sucesivas de su hermano mayor, Alejandro Ignacio (5 de agosto de 1693) y de su padre (6 de septiembre de 1693), la dejan como la tercera en la línea sucesoria del ducado de Parma, precedida únicamente por sus dos tíos, Francisco (que se convertiría en su padrastro en 1696) y Antonio Farnesio, que reinarían en el ducado de Parma uno tras el otro, muriendo sin descendencia alguna. Esto convertía a Isabel en la única y legitima heredera de los estados tanto de los Farnesio como de los Médicis (via su bisabuela paterna, Margarita de Médicis), una vez que esta familia se extinguió en 1743.
Se casó en 1714 con el rey viudo de España, Felipe V, gracias a las buenas gestiones del obispo y cardenal italiano de Málaga, Julio Alberoni, al que ascendió a primer ministro a su llegada a la corte. Mujer de gran belleza, pese a las marcas que tenía en su cara, fruto de unas viruelas infantiles, poseía un cuerpo esbelto y atractivo, al tiempo que era acreedora de un fuerte carácter y una personalidad autoritaria que le otorgó una gran influencia en la corte de la época.
Fue apodada despectivamente "la parmesana". Julio Alberoni la describió así a su llegada a Madrid: "Se trata de una buena muchacha de veintidós años, feúcha, insignificante, que se atiborra de mantequilla y de queso parmesano y que jamás ha oído hablar de nada que no sea coser o bordar". De todas formas, en su reinado como esposa de Felipe V formó una importante colección de arte; cada cónyuge marcaba sus cuadros con un símbolo dinástico diferenciado (la flor de lis y un aspa). También fue esta pareja la responsable de la compra de la colección escultórica de Cristina de Suecia, que incluye el Grupo de San Ildefonso y las ocho "Musas" (Museo del Prado).
Nunca mostró afecto, sino desdén, por sus hijastros. Para ella, los descendientes del primer matrimonio del rey con María Luisa Gabriela de Saboya constituían un escollo más para lograr su principal objetivo: dotar a sus hijos Carlos (futuro Carlos III) y Felipe de un reino donde gobernar.




Isabel tampoco se reveló como una madre amorosa con los seis hijos que tuvo, ya que consumió todo su tiempo y energías a las intrigas políticas para, precisamente, forjarles ese brillante porvenir que tanto ansiaba para ellos.
Su política estuvo orientada a recuperar para la monarquía española los territorios italianos perdidos por el tratado de Utrecht. Así, consiguió para su hijo Carlos (futuro Carlos III) el reino de Nápoles y Sicilia además de dotar a su otro hijo, Felipe, del ducado de Parma. Cuando quedó viuda, su hijastro, Fernando VI de España, la desterró al Real Sitio de la Granja de San Ildefonso en Segovia, aunque ella se construyó otra residencia cerca, el Palacio Real de Riofrío. Al morir aquel sin descendencia en 1759, lo que propició la subida al trono de su hijo Carlos, volvió a la corte, pero las continuas peleas y discusiones con su nuera, María Amalia de Sajonia, la hicieron volver a su exilio hasta el fin de sus días en la localidad madrileña de Aranjuez (Madrid).

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